Historias de la noche «cazando calostro en el pueblo»

Aventuras de clóset y política

Hace algunos años, lejos de la ambición política, la prepotencia y el poder, un joven Mario Sánchez, hoy conocido como «La Coqueta» gozaba de la discreción de pasar desapercibido por Espita.

En sus noches de alcohol, deseo y perversión, era común que saliera a dar vueltas por el pueblo en búsqueda de carne fresca y juvenil, sin importar su condición, ya que lo único que deseaba era entregarse carnalmente a un macho que le pegara un buen revolcón de tripas.

Una de esas noches, Mario Sánchez, con el pirix ardiendo, salió en búsqueda de su próxima víctima. «Chavo, chavo», lo llamó. El joven, despistado, se acercó al vehículo del hoy alcalde. «¿Sabes dónde hay un clandestino?», le preguntó sonriendo. El joven, sorprendido, le explicó al tiempo que aceptó la invitación para subirse al carro ya que andaba algo sediento después de haber disputado un partido de basquetbol.

Rápidamente, sin dudarlo, «La Coqueta» aceleró su vehículo y se dirigió por unas caguamas a casa de la hoy directora de comisarías, legendaria clandestina municipal.

Abriendo la primera caguama, en una calle aledaña al campo de la 22, Mario Sánchez no se aguantó las ganas y dirigió su mano a la entrepierna del joven muchacho. «Por favor, deja que te la chupe», exclamó «La Coqueta», mientras el muchacho, asustado dudaba en aceptar la propuesta.

Rápidamente, dos billetes de $500 hicieron que el joven perdiera el miedo ya que no era de Espita ni vivía aquí, por lo que procedió a sacarse la macana. «La Coqueta», impresionado por el tamaño de aquel miembro, procedió a mamarla como becerro recién parido tragándose todo el calostro.

Glup, glup, se atragantaba «La Coqueta», al tiempo que el joven muchacho dejaba que aquella boca experta le sacara hasta la última gota de pecado.

El acto terminó, y el joven fue devuelto al mismo sitio en donde fue interceptado muy feliz por esos $1000 pesitos que le habían caído del cielo.

Los años pasaron y aquel joven había olvidado aquel suceso. Un día, mientras navegaba por Facebook, vio una publicación y quedó estupefacto, rápidamente recordó aquel rostro y lo que ocurrió aquella noche: aquel hombre que se la había succionado, hoy era presidente municipal. ¡Vaya cosas de la vida!

Esta es una de tantas anécdotas en las que nuestro presidente municipal se ha visto envuelto. Y la lista es muuuuuy larga. Lamentablemente a pueblo chico, infierno grande. Y mucho ojo, que la calentura no respeta hora, tiempo ni lugar. Nos leemos nuevamente mañana porque vamos a contar otra historia real. ¿Y saben qué es lo mejor? Que personas muy cercanas a «La Coqueta» cuentan todo, todo, todo, por algo las cosas en el palacio municipal están qué arden…